Por Gabriela Balls
Es necesario concebir a la universidad moderna desde las ideas progresistas que propenda a la inclusión de la diversidad que brindan los diferentes territorios. La universidad ha asumido dicho desafío en los últimos años. Abrió nuevos comedores, guarderías, consejerías de género: asumió la tarea de compartir no sólo nuevos saberes si no también nuevos derechos en pos de promover una "nueva" ciudadanía universitaria. Así creó espacios en los que se fomenta el desarrollo de derechos universales con el objetivo de contribuir a un desarrollo más integral en los estudiantes. Para ello, se debe generar otras oportunidades que no sólo implique abrir carreras y desarrollar conocimientos estratégicos para las comunidades; hoy resulta imprescindible también aprender de los territorios y comenzar un camino de mutuos aprendizajes vinculados a la integración social, la salud integral, el deporte y la vida saludable.
La Universidad llega al territorio y enfrenta en toda propuesta académica y estudiantil casi los mismos obstáculos: la movilidad para los estudiantes y docentes, la falta de equipamiento y tecnología, la barrera cultural de cada lugar, la disponibilidad del espacio físico, que se superan a medida que se hacen alianzas con los municipios, las cámaras empresarias y las organizaciones sociales, quienes se convierten en los aliados esenciales. Así la Universidad comienza a estar cada vez más cerca de la comunidad y, simplemente, se integra a ella.
El debate debería darse superando la antiquísima mirada de centro-periferia. Superar este pensamiento dicotómico es avanzar hacia un Siglo XXI del conocimiento, la integración y el desarrollo real de una comunidad. Así, el Centro Universitario dejaría de ser el “centro” y la vinculación con dejarían de ser la “periferia”.
Desarrollar una comunidad mediante conocimientos necesarios y específicos colaboran con fortalecer el tejido social, la ciudadanía y, sobre todo, la tan ansiada autonomía local. Para ese momento, hay que saber esperar y comprender los tiempos razonables que necesita esta nueva apertura académica y social.
Es importante sostener dichas políticas contra todo obstáculo, transparentar los presupuestos, madurar la vinculación, esperar los resultados a mediano y largo plazo que nos pueden asegurar las diferentes sedes y carreras de grado y posgrado que brinda la universidad pública, mientras tanto la academia moviliza todo su potencial en pos de empoderar a las comunidades a través de valores, derechos y el crecimiento que sólo puede darnos el conocimiento.